Azul y rojo, de Mark Rothko |
Los cambios en las lenguas son paulatinos, sutiles, a veces tímidos pero siempre de resultados impredecibles, porque son necesarios años para ver su consolidación. Una vez ocurrido el cambio, sin embargo, es difícil dar marcha atrás. Además, los hablantes no piensan en el lenguaje, no teorizan, simplemente escuchan, leen, hablan y escriben.
Internet como medio de comunicación abre unas vías completamente nuevas en el uso del lenguaje: una forma que es a la vez hablada y escrita, pero sin embargo, distinta a ambas. Es curioso que tanto en inglés como en español se hayan producido fenómenos semejantes y simultáneos: en ambas lenguas se buscan formas de abreviación que son muy parecidas: eliminación de vocales, sustitución de grupos consonánticos por consonantes simples (x en lugar de ch en español), utilización de acrónimos (tq por te quiero), etc.
Estos procesos de formas más simples de escritura se están produciendo sin necesidad de codificación, ni de enseñanza explícita: representan una forma nueva de autoorganización, un fenómeno espontáneo y sumamente creativo. Es como si los usuarios se tomaran la libertad de escribir como si estuvieran hablando.
Cuando hablamos no pensamos mucho en cómo decimos lo que queremos expresar, a menudo empezamos la frase de una manera y la terminamos de otra, o la dejamos sin terminar. No hay más que oír con atención una entrevista en la radio o en la televisión para darnos cuenta de que el hablante es mucho más libre expresándose que cuando escribe. Al escribir tenemos conciencia de que va a "quedar impreso" y construimos frases completas, escogemos las palabras, pero al escribir en Internet, cuando chateamos, ponemos un sms o un whatsapp estamos "hablando" con nuestro interlocutor aunque lo hagamos por escrito y nos permitimos licencias que nunca nos permitiríamos escribiendo una carta.
Y si no, que se lo pregunten al duque de Palma.
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