lunes, 31 de diciembre de 2012

En inglés uno es más guapo


Soy partidaria de saber lenguas, cuantas más mejor, me gusta el inglés y acepto sin mayor problema su carácter de lengua global, pero abrir una revista de difusión nacional en castellano y encontrarme un anuncio en inglés y luego otro y otro me parece un poco demasiado.


¿Será que queda mejor decir en inglés: "No espero el éxito, me preparo para él"? ¿No les suena a ustedes igual de bien en castellano? 


¿"Be delicious"? Aquí aparte del inglés entramos en el anuncio tipo "hagamos-de-la-mujer-un-objeto-comestible" y ya hasta se me va a olvidar el aspecto lingüístico.





lunes, 24 de diciembre de 2012

La Iglesia y las lenguas

 
Harmony in red, de Henri Matisse
La Iglesia ha tenido a lo largo de los siglos un papel fundamental en la transmisión de los idiomas. Los predicadores, para ser entendidos, debían dirigirse a cada comunidad en su lengua y, más tarde, formalizar sus enseñanzas en unos textos que sus futuros fieles pudieran consultar y reconocer como propios.

Los primeros autores que necesitaban ser comprendidos por un gran número de personas fueron los apóstoles. Podríamos decir que fueron ellos los que fundaron la profesión de traductor porque para transmitir los evangelios era imprescindible contar con personas que pudieran traducir "la palabra de Dios" a los idiomas de muchas y diferentes comunidades.

Curiosamente algunas lenguas se han conservado gracias a la labor de la Iglesia. Si Paraguay es bilingüe hoy, con zonas rurales donde sólo se habla el guaraní, es debido en sus orígenes a la labor de los jesuitas que, del siglo XVI al XVIII, conservaron la lengua indígena en sus misiones. Asimismo, si Quebec ha mantenido el francés en un país que habla mayoritariamente inglés, se debe a la labor de la Iglesia católica, que prefería asegurar su ascendencia sobre la masa francófona recomendándole incluso que no aprendiera inglés (recomendación que los quebequenses desobedecieron santamente).

En África el proceso fue distinto. Muchos países africanos deben su situación multilingüe actual también a la labor de predicadores ingleses y franceses, pero en este continente la costumbre del clero fue predicar en lenguas particulares, lo que impidió que variedades dialectales próximas se fundieran en lenguas generales que hubieran abarcado un mayor número de hablantes, con lo que facilitaron, sin quererlo, la entrada del inglés y del francés.

martes, 18 de diciembre de 2012

Tres son multitud

Sin título, de Annalisa Avancini

En estos tiempos en los que la economía lo preside todo, es difícil imaginar que todavía existan comunidades en las que la vida discurra con una más que rudimentaria idea de la cuantificación. 

La importancia de la palabra indoeuropea treyes (tres) nos da una idea acerca de la terminología usada por los pueblos primitivos que solo distinguían el singular, el dual y el plural, que era treyes. Este término está ligado etimológicamente a una serie de palabras que expresan pluralidad:

- El adverbio francés très, que indica intensidad, sería nuestro muy.
- La raíz latina trans significa más allá.
- Los sustantivos truppa y tropa en italiano y español, respectivamente.
- El sustantivo francés troupeau (rebaño).
- Los adverbios troppo y trop (demasiado), en italiano y francés que indican cantidades o calidades excesivas.
- Las palabras inglesas three y throng (multitud, tropel).

En castellano, el latín tres es una raíz muy fecunda de la que se derivan, entre otras, las siguientes palabras: tresillo, trenza, trébol, treta, treinta, tercio, terceto, trece, trino, triple, trinidad, trío, tríptico...

Tres fue en la lejanía de los tiempos sinónimo de pluralidad, de los grandes números, es decir, que como bien sabemos, tres son multitud.

viernes, 14 de diciembre de 2012

Profecía de John Adams

Cleopatra's Head Dress, de Grace Hartigan

Ahora que vivimos pendientes de la premonición de los mayas sobre el fin del mundo, me he encontrado con una profecía muy curiosa, sobre todo porque se ha cumplido a pies juntillas.

En 1780 el futuro presidente de los Estados Unidos, John Adams, declaró: "El inglés está destinado a ser la lengua mundial durante el próximo siglo y los siguientes, en mayor proporción de lo que el latín lo fuera en el pasado o el francés lo es actualmente". Su predicción se cumplió en mayor medida que las del famoso Nostradamus. ¿Tenía una afilada visión del futuro o simplemente acertó?

¿Y cómo ha sucedido? ¿Cómo se ha convertido el inglés en la lengua global que es hoy? Según el famoso lingüísta David Crystal, la primera condición necesaria ha sido que el inglés ocupe algún tipo de posición oficial en más de setenta países. Otra cuestión muy importante es la posición económica del país o países que originariamente hablan esa lengua.

Un país con poderío económico no solo hace negocios con todo el mundo, sino que puede favorecer la enseñanza de su lengua como lengua extranjera en el sistema educativo de otros países. Esta influencia ha sido llevada a cabo habitualmente por los países poderosos, recordemos las instituciones educativas francesas repartidas por todo el mundo, el actual Instituto Cervantes o los Institutos Goethe alemanes.

En la actualidad, más de 100 países conceden al inglés el estatus de segunda lengua. Con la reciente incorporación de China a la economía mundial, un gran número de chinos están aprendiendo inglés. Según un curioso anuncio del banco HSBC, hay cinco veces más chinos aprendiendo inglés que habitantes tiene Inglaterra, es decir, larga vida al inglés.

miércoles, 12 de diciembre de 2012

Bienvenido Mr. Bello

Baby at play, deThomas Eakins

En 1847 Andrés Bello publicó una Gramática de la Lengua Castellana destinada a unificar el uso americano del castellano. La preocupación de Andrés Bello, como él mismo dice en el prólogo, es que en el continente existían "una multitud de dialectos irregulares, licenciosos, bárbaros, embriones de idiomas futuros, que durante una larga elaboración reproducirán en América lo que en Europa en el tenebroso periodo de la corrupción del latín".

Andrés Bello no fue el único ni el primero en tener esta idea, unos años antes el argentino Antonio J. Valdés había planteado la misma cuestión y también había resuelto escribir una gramática que publicó en 1818 con la idea de implantar "el puro lenguaje de Castilla".

No andaba descaminado ninguno de los dos, si nos atenemos a por dónde podían haber ido los tiros de acuerdo con el lenguaje de estas coplillas anónimas que describen el diálogo entre un español trasplantado a América y un indígena que chapurreaba castellano. Dice el primero:

Venga uté a tomai seivesa,
Y búquese un compañero,
Que hoy se me sobra ei dinero,
En medio de la grandesa,
Dio, mirando mi pobresa,
Me ha dado una lotería,
Y aquí está mi papeleta,
Que no he cobrao entuavía.

Así se expresa el que mejor habla castellano de los dos, y aun debemos tener en cuenta que a la hora de escribir siempre procuramos pulir nuestro lenguaje. Su colega le contesta lo siguiente:

A! Si oté no lo cubrá,
Si oté toavía no fue,
Pa que buca qué bebé?
Con qué oté lo va pagá?

Queda meridianamente claro que en dos o tres generaciones el criollo, el nativo y los nativos de otros países estarían hablando idiomas tan diferentes como lo son hoy el castellano y el portugués o el francés. ¡Bienvenido Mr. Bello!


sábado, 8 de diciembre de 2012

Mi mama me mima

Los baños de Tiber, de Ramón Gaya

El  lenguaje además de significar, comunicar, expresar... también suena. La poesía es, por excelencia, el arte que se ocupa de que una frase nos haga levantar los ojos del libro disfrutando el ritmo, el sentido, la expresión y también el sonido de las palabras, pero hoy quiero llamar la atención sobre esos escritores que aunque escriben en prosa, producen frases perfectas en las que el sonido de las sílabas imita su significado.

"...Bajo la bóveda de la estación y el estrépito de los expresos...", dice Antonio Muñoz Molina en Beltenebros y parece que con esa colección de "eses" y "tes" traiga a nuestra memoria el fragor del tren cuando llega o sale de la estación.

"Todavía tenía en sus oídos el retumbar de los truenos en la tormenta de la tarde". Al leer esta espléndida frase parecen sonar en torno los truenos retumbando y atronando entre las nubes. Pertenece a una novela de Manuel de Lope que les recomiendo, Bella en las tinieblas. 

 "Siempre con su cloqueante cacareo de gallina clueca", de Gabriel García Marquez en Cien años de soledad. Genial, ¿no les parece? La propia frase con sus "ces" y sus "clos" imita el sonido que producen las gallinas.

Esta figura retórica se llama aliteración y sí, también es una aliteración el "Mi mama me mima" que aprendimos de pequeños. Hay un genio oculto en cada uno de nosotros.


Los ejemplos están tomados del libro Defensa apasionada del idioma español, de Alex Grijelmo.




jueves, 6 de diciembre de 2012

García Márquez y las haches rupestres

Elizabeth Winthrop Chanler, de John Singer Sargent

Gabriel García Márquez en un Congreso de la Lengua Española celebrado en México en 1997 revolucionó las letras hispanas con la siguiente declaración:

"...Me atrevería a sugerir ante esta sabia audiencia que simplifiquemos la gramática antes de que la gramática termine por simplificarnos a nosotros. Humanicemos sus leyes, aprendamos de las lenguas indígenas, a las que tanto debemos, lo mucho que tienen todavía que enseñarnos y enriquecernos, asimilemos pronto y bien los neologismos técnicos y científicos antes de que se nos infiltren sin digerir, negociemos de buen corazón con los gerundios bárbaros, los ques endémicos, el dequeísmo parasitario, y devolvamos al subjuntivo presente el esplendor de sus esdrújulas: váyamos en vez de vayamos, cántemos en lugar de cantemos, o el armonioso muéramos en vez del siniestro muramos. Jubilemos la ortografía, terror del ser humano desde la cuna: enterremos las haches rupestres, firmemos un tratado de límites entre la ge y la jota, y pongamos más uso de razón en los acentos escritos, que al fin y al cabo nadie ha de leer lagrima donde diga lágrima, ni confundirá revolver con revólver. ¿Y qué de nuestra be de burro y nuestra ve de vaca, que los abuelos españoles nos trajeron como si fueran dos y siempre sobre una?"

A lo que Octavio Paz, reflejando el sentir de muchos, le contestó lo siguiente:  "El habla evoluciona sola, no tiene por qué proclamar ni declarar la libertad de la palabra, ni su servidumbre. Muchas de las expresiones que García Márquez propuso para sustituir las conjugaciones actuales son arcaicas. Tampoco estoy de acuerdo con la supresión de la h. Si queremos saber adónde vamos hay que saber de dónde venimos"

Este deseo de García Márquez no es nuevo. Entre los siglos XVI y XVII abundaron los tratados de gramática, no faltando entre ellos los que proponían "ke escrivamos como se pronunzia y pronunziemos komo se eskrive", como decía Gonzalo Correas en 1630 en La Ortografía kastellana. No son pocos los escépticos que consideran que la ortografía supone un corsé inútil, aunque si lo pensamos bien ningún estudiante de música rechazaría el solfeo como algo que limitase su creatividad. Las normas elementales de la música son eso: solo condiciones básicas para componer, para crear.

Por otra parte, es curioso lo poco que nos gustan los cambios ortográficos aunque conduzcan a la simplificación. La Academia autorizó a escribir sicosis en lugar de psicosis, o sicología en lugar de psicología y, sin embargo, estas segundas formas han sobrevivido al cambio y han vencido a la propuesta modernizadora y simplificadora. A mi me gustó la propuesta de escribir Setiembre en lugar de Septiembre, pero reconozco que he claudicado y escribo Septiembre porque parezco ser la única y temo que quien me lea piense que estoy cometiendo una falta de ortografía.

Por cierto, un contemporáneo de García Márquez comentó que lo suyo con la ortografía había sido "una mamadera de gallo", que es la forma de decir en Colombia "una tomadura de pelo".



lunes, 3 de diciembre de 2012

Inmersión lingüística

Retrato del papa Inocencio X, de Velazquez

Cuando Cristóbal Colón desembarcó en América encontró pueblos, tribus y grupos humanos que hablaban distintas lenguas. Ni las tribus se entendían entre sí ni, por supuesto, podían comunicarse con los españoles. Podemos imaginar que en un principio los españoles intercambiaran con los indígenas algo de vocabulario, cosas que pudieran señalar y nombrar a un mismo tiempo, pero ninguna acción importante se puede llevar en común si uno no se entiende. Era imprescindible que los  indígenas aprendieran castellano.

Los conquistadores españoles recurrieron a un método que todavía hoy es el más efectivo para aprender un idioma: la inmersión lingüística. Así como nosotros enviamos a nuestros hijos a Inglaterra, Irlanda o Estados Unidos para que aprendan inglés, ellos decidieron enviar a algunos indios, los hijos de los caciques, los que apuntaban maneras de líderes, a España a aprender español.

Pero a menudo las cosas de la lengua son como las cosas del querer, que no van por donde a uno le gustaría. Nuestros insignes conquistadores no contaron con las graves dificultades de adaptación de unas personas que jamás habían emprendido un viaje semejante, ni habían conocido otras tierras que no fueran las suyas.

La mayoría de los indígenas que llegaron a España, más concretamente al Reino de Aragón, murieron de enfermedades para las que no tenían defensas. Los pocos que quedaron fueron rápidamente embarcados de regreso a América tan pronto como empezaron a chapurrear aceptablemente el español. Pero los desagradecidos de ellos, quizá espantados de tanta costumbre distinta, quizá temerosos de volver a ser embarcados rumbo a un mundo hostil, no bien pisaron suelo americano huyeron despavoridos y nunca más se supo de ellos.

Al contrario que estos indígenas trasplantados a España, nuestros hijos -en general- van encantados a tierras extranjeras donde se sienten libres de la mirada paterna. El problema es que nosotros les enviamos a aprender inglés y ellos se reúnen con sus compañeros españoles y se lo pasan pipa, porque a ver cuándo se van a ver en otra ocasión tan libres lejos de su tribu.