viernes, 28 de febrero de 2014

Las horas

La Yole, de Pierre Auguste Renoir

Ay, Señor, no veo la hora de que nazca este hijo, todo el mundo me desea una hora corta pero yo a todas horas estoy preocupada esperando que las cosas salgan bien. En mala hora conocí al desgarramantas de su padre, dicen que una hora tonta la tiene cualquiera, pero yo bien caro que lo estoy pagando. No sé qué le vi, la verdad, con las horas de vuelo que tiene una y mira tú por dónde, las horas muertas me pasaba mirándolo cuando llegaba al bar, atontada perdida, y si no llegaba a tiempo, yo pedía hacer horas extras para poder estar con él cuando llegara.

¿Cómo no me di cuenta de que era un crío? Ahora lo veo claro, a buenas horas, mangas verdes. A la hora de la verdad ¿cómo estoy? Sola. Pero no importa, más vale sola que mal acompañada. Estoy en horas bajas porque es mucha tela esto de ser madre, pero enhorabuena, amiga, tú sí que vales.

lunes, 24 de febrero de 2014

Necios consistentes e inconsistentes

El Puente Japonés, de Claude Monet

"Pelletier le preguntó qué conocía él, Pritchard, de la literatura alemana.
- En realidad, muy poco -dijo el joven.
- Pues entonces usted es un cretino -dijo Espinoza.
- O un ignorante, por lo menos -dijo Pelletier.
- En cualquier caso, un badulaque -dijo Espinoza.
Pritchard no entendió el significado de la palabra badulaque, que Espinoza pronunció en español. tampoco Norton lo entendió y quiso saberlo.
- Badulaque -dijo Espinoza- es alguien inconsistente, también puede aplicarse esta palabra a los necios, pero hay necios consistentes, y badulaque se aplica sólo a los necios inconsistentes.
- ¿Me está usted insultando? -quiso saber Pritchard.
- ¿Se siente usted insultado? -dijo Espinoza, que empezó a sudar de forma copiosísima.
Pritchard bebió un sorbo de su zumo de naranja y dijo que sí, que en realidad se sentía insultado.
- Pues entonces tiene usted un problema, señor -dijo Espinoza.
- Típica reacción de un badulaque -añadió Pelletier."

Alberto Bolaño: 2666

miércoles, 19 de febrero de 2014

Las manos

The Pink Dancers Before the Ballet, de Edgar Degas

Llegué a casa de mi suegra con las manos vacías, quería conocer de primera mano si era verdad que después de lo sucedido con el piso se habían quedado con una mano delante y otra detrás. Mi madre política ha sido una mujer que ha repartido cariño a manos llenas, de su marido en cambio se decía en el barrio que tenía la mano muy larga en casa, de mantequilla en la obra y de hierro con los hijos.

La casa de mis suegros me pilla muy a mano, he tenido la suerte de poder dejar allí a mis hijos sabiendo que los dejaba en buenas manos. También mi cuñada, la Mari, tiene mano izquierda con los niños pero nadie como mi suegra, con la mano en el corazón puedo decir que sabe cuándo hace falta mano dura y cuándo hay que comerse a los niños a besos.

Cuando entré por la puerta la pillé con las manos en la masa, me refiero literalmente a que estaba haciendo masa para un bizcocho. La casa había pasado de mano en mano en los últimos años y estaba dejada de la mano de Dios, pero la cocina relucía como una isla recién pintada.

-¿Te echo una mano, Rosa?
-Antes me dejaría cortar una mano que dejar que te mancharas, con lo guapa que vienes.
-¿Y qué quieres, que esté aquí mirándote, mano sobre mano?
-¿Sabes lo de la Paqui? -dijo mi suegra llevándose las manos a la cabeza-. Tuvo una enganchada con la nuera que casi llegan a las manos. No sé qué se traerá entre manos esa chica, pero nada bueno.
-¿Y tú qué hiciste?
-¡Ah! Yo me lavo las manos, allá ellas.

Me fui derecha al grano a decirle lo que me había llevado a ese mano a mano con ella en la cocina.

-Rosa, quiero decirte que si necesitáis una mano amiga, nadie mejor que nosotros, en tu hijo y en mí siempre encontrarás una mano tendida, ya lo sabes ¿verdad?
-Ay, hija, el bruto de mi marido me tiene con las manos atadas, no quiere que sepáis nada, pero qué listo fue mi hijo cuando pidió tu mano. Gracias, cariño -me dijo mientras apretaba mi mano entre las suyas- eres una joya.

domingo, 16 de febrero de 2014

Un acertijo

Beasain, de Clara Gangutia

Hoy les propongo un juego, un acertijo que me ha enviado un amigo y que me ha tenido su buena media hora dándole vueltas a la cabeza. A punto de darme por vencida me he dado cuenta de que la respuesta estaba dentro y no fuera, por otra parte como pasa con tantos de nuestros problemas.

"Cuál es una palabra de 4 letras que tiene 3 aunque se escribe con 6 mientras tiene 8 raramente consta de 9 y nunca se escribe con 5".

Espero sus respuestas.

viernes, 14 de febrero de 2014

Palabras de origen griego

Girl in Red Kimono, de George Hendrik Breitner

No es que fueran a salir de la terrible crisis que les tiene acogotados, pero si los griegos pusieran una tasa o impuesto por cada palabra de origen griego que utilizamos todos los demás europeos, seguro que encontraban una fuente inagotable de divisas.

Es habitual que cuando un científico o una institución (europeos o no) no saben qué nombre ponerle a un objeto nuevo vuelvan su mirada al griego antiguo. El griego clásico ha dado en ser considerado una especie de patrimonio lingüístico y nadie se siente menospreciado u ofendido cuando se utiliza una raíz griega, cosa que sí sucedería si el término elegido fuera inglés, francés o alemán.

La ciencia, la tecnología y la medicina están llenas de palabras griegas procecentes del griego clásico, uno de los ejemplos más fructíferos y comunes lo tenemos en la raíz tele 'lejos', que da inicio a palabras tan conocidas como: telecomunicación, teléfono, televisión, telescopio, teleférico, teledirigido, telesquí o teleobjetivo.

A continuación les dejo una lista que, lejos de ser exhaustiva, es una pequeña muestra de cuánto debemos al idioma griego.

Raíces
Caco-: malo
Céfalo-: cabeza
Crono- tiempo
Crio-: frío
Demo-: pueblo
Helio-: sol
Hidro-: agua
Hipno-: sueño
Lito-: piedra
Logo-: discurso
Macro-: grande
Micro-: pequeño
Nano-: enano
Narco-: adormecimiento
Oniro-: sueño
Pan-: todo
Piro-: fuego
Pseudo-: falso
Rino-: nariz
Talaso-: mar
Tanato-: muerte
Teo-: dios
Termo-: calor
Xeno-: extranjero

Terminaciones
-algia: dolor
-crata: que gobierna
-dermo: piel
-fago: que come
-filo: que ama
-fobo: que teme
-fono: que emite sonidos
-grafía, -grafo: escritura
-idio: propio de
-itis: inflamación
-logía: ciencia
-morfo: con forma de
-nomo: que regula
-patia: padecimiento
-podo: pie
-polis: ciudad
-teca: depósito

viernes, 7 de febrero de 2014

La familia de las lenguas

Mary Turner Austin, de John Singer Sargent

Al cerebro humano le gusta clasificar, ordenar, poner en cajitas, debe de ser que así las neuronas encuentran más fácilmente lo que buscan. ¿Ustedes se imaginan un cajón de los cubiertos sin esa base que ayuda a que estén los tenedores con los tenedores, los cuchillos con los cuchillos...? Sería un caos, ¿verdad?

El lenguaje necesita clasificar y crear categorías para poner las cosas iguales juntas, los adjetivos por un lado, los nombres por otro, los verbos y los adverbios por un tercero. ¿Y las lenguas? ¿Cómo se clasifican las lenguas? Las lenguas se clasifican en dos tipos: genético y tipológico.

La clasificación genética, como su propio nombre indica, estudia las lenguas emparentadas a partir de un antepasado común. No siempre es fácil conocer que ese antepasado es común, esto se suele conseguir bien porque se dispone de documentación escrita -el latín con relación a las lenguas románicas-, bien por la reconstrucción mediante hipótesis de un primer lenguaje (protolenguaje) -el indoeuropeo con respecto a las románicas, germánicas, eslavas-, etc.

La clasificación tipológica analiza la similitud estructural entre idiomas diversos: así las palabras pueden carecer de flexiones (el chino); estar compuestas de varias secuencias de sufijos (el turco), o declinarse y conjugarse (el latín, el euskera), lo que origina, a su vez, tipos analíticos, aglutinantes y flexivos, que se combinan y producen idiomas en los que predomina alguno de estos modelos.

Y a partir de ahí seguimos encontrando cajitas que a su vez contienen otras cajitas que ordenan los conceptos y nos ayudan a explicar la complejidad de una lengua. O por lo menos lo intentan. 

lunes, 3 de febrero de 2014

Traducción automática

Mont Sainte-Victoire, de Paul Cezanne

La traducción es hoy uno de los principales escollos con que se encuentra la sociedad de la información, por eso los traductores automáticos han conocido un gran auge en los últimos años, dando lugar a una industria en la que la materia prima, en lugar de ser tornillos, son las lenguas. Entre ellas las más interesantes son las más extendidas, por razones comerciales que son sencillas de entender: es más rentable la inversión en tecnología lingüística hecha sobre el francés o el español que la realizada sobre el quechua o el swahili. Aunque esto también puede cambiar en un momento dado por razones estratégicas: los traductores árabes han pasado a ser un sector laboral muy cotizado en Estados Unidos a partir del 11S.

Sin embargo, es tan complejo el mundo interno de una lengua que todavía no podemos fiarnos de los traductores automáticos, están bien para tener una idea aproximada del significado de una frase, pero no debe uno confiar en que expresarán fielmente lo que queremos decir porque la traducción no es una mera sustitución de una palabra por otra.

La traducción automática es una herramienta útil en lenguajes profesionales donde los términos son previsibles, no existe la ambigüedad y no hay contextos imprevistos, pero de momento está muy lejos de sustituir a los traductores humanos.

Dada la creciente importancia de las comunicaciones, tanto desde el punto de vista político como comercial, algunas lenguas se convertirán en interesantes materias primas, no solo para la investigación científica y los desarrollos tecnológicos, sino como genuina materia industrial. Y el español estará entre ellas.