miércoles, 8 de mayo de 2013

Atestado de la Guardia Civil

Alexander Sacharoff, de Jawlensky

Hoy les traigo aquí un chiste entre gramático y de humor negro. Está tomado de "El arca de las palabras" de Andrés Trapiello.

"Sucedió cierto día a un sargento de la Guardia Civil de Trafico y al numero que le asistía. Levantaban acta de un atroz accidente de coches. Dictaba el sargento y anotaba el compañero en una libreta. El espectáculo era dantesco, chatarra humeante, chapas arrugadas, el asfalto sembrado de cristales como garbanzos, charcos de gasolina, de aceite, sangre, muertos... El cuerpo de uno de estos, horriblemente mutilado, había quedado desparramado en un área extensa. El sargento, avezado en esos trámites, no parecía impresionado. Al contrario. Hacía gala de su sangre fría. Tampoco el número se mostraba mayormente alterado. Buscaba el sargento por los contornos, y le seguía de cerca, como un secretario, el guardia. "Apunte, Carrizales (que así se llamaba): "un pie, en la calzada". Daba unos pasos el sargento, y añadía: "Apunte, brazo derecho, en la calzada"... Y así con otros tristes despojos, hasta que al fin apareció la cabeza: "Anote Carrizales: la cabeza, en el arcén". Hubo un silencio, y al cabo de un rato se oyó la voz dubitativa de Carrizales: "Mi sargento, ¿arcén se escribe con hache o sin hache?". El sargento dudo unos segundos. Estaba aún junto a la cabeza del accidentado; disimuladamente le propinó un discreto puntapié y dijo: "La cabeza, en la calzada".

La estrategia es fundamental, incluso cuando se trata de ortografía.

12 comentarios:

  1. Genial el chiste: me ha hecho soltar la carcajada. Hay otro, sobre la importancia de las comas, que se titula "Madre solo haya una", que yo no lo recuerdo muy bien pero que seguro que usted conoce y nos lo puede escribir. Muchas gracias.
    Josean

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¿Puede ser este?:

      "Jaimito, dice el profesor, para el próximo día me traes una redacción que incluya la frase "Madre sólo hay una".
      Al día siguiente, Jaimito lee su redacción: "Mi madre me mandó a la bodega a buscar un par de botellas de vino y yo le grité: "Madre, sólo hay una"."

      Eliminar
  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  3. Gemma, pongo un chiste también "lingüístico".

    Dicen que en una parroquia, durante la misa de domingo, estaba el cura durante la homilía y en un momento de la misma habló de la resurrección de Lázaro diciendo lo siguiente:
    - "Y ya sabéis, Cristo se acercó a la tumba de Lázaro y dijo 'Lázaro, ¡¡levántate y anda!!'. Y Lázaro se levantó y andó".
    A esto que, desde la feligresía, alguien gritó:
    - "¡¡Anduvo, gilipollas!!".
    Replicando el cura:
    - "Verdad. Anduvo gilipollas los primeros días, pero luego andó".

    Sabes que en la UDV de la Cadena SER se recogen muchos errores con "andó" por "anduvo". En uno de mis envíos, les mandé este chiste y lo leyeron. Es que, en mi opinión, es muy bueno.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. En efecto, el chiste es muy bueno. Yo había oído uno parecido donde el que corregía el error era un juez ante la declaración del detenido, a lo que este último le respondía: "¡Ah! ¿usted también 'andó', señor juez?". Algo así, más o menos.

      Eliminar
  4. ¡Muy buenos chistes! Las cosas del lenguaje dan para todo.

    ResponderEliminar
  5. La diferencia entre los posesivos su y tu.

    En una empresa formada por dos socios uno de ellos llama a un empleado y le dice:
    -Mira todos los miércoles, desde hace unos meses, mi socio sale a las dos del trabajo y no vuelve hasta las siete. Quiero que le sigas por si aprovecha esas tardes para realizar una actividad que vaya en contra de la empresa y de mis intereses.
    -Lo que usted diga señor.
    El empleado espera al miércoles siguiente y después de hacer un seguimiento al socio informa en su despacho a su jefe el jueves y le dice:
    -A las tres ha salido de la empresa a cogido su coche, ha ido a su casa, a cogido a su mujer, ha ido su chalé, a hecho el amor con su mujer, se han bañado en su piscina, ha vuelto a coger su coche, a dejado a su mujer en su casa y ha venido a la empresa con su coche.
    El socio piensa un poco y dice.
    -Bueno realmente no es tan grave no ha hecho nada fuera de lo normal, un poco de desahogo no es malo.
    El empleado lo mira y le dice:
    -Señor ¿me permite que le tutee?
    -¡Cómo no! Responde el jefe.
    A lo que el empleado le responde:
    -A las dos ha salido de la empresa a cogido tu coche, ha ido a tu casa, a cogido a tu mujer, ha ido a tu chalé, a hecho el amor con tu mujer, se han bañado en tu piscina, ha vuelto a coger tu coche, a dejado a tu mujer en tu casa y ha vuelto a la empresa con tu coche.

    Y es que el posesivo su tiene esa imperfección en castellano, cosa que no sucede, por ejemplo, en las mal llamadas lenguas primitivas de África.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Debería abrir una sección que fuera: "De cómo jugar con el lenguaje" porque está visto que da para mucho.

      Eliminar
  6. Pido disculpas por las haches que no he puesto, con el agravante de ser un blog sobre lengua. Las prisas no justifican el error cometido.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Confieso que me extrañó mucho pero pensé que quizás se debía a la utilización de un móvil, esos teclados pequeños y, sobre todo, el corrector suelen jugar malas pasadas. No te preocupes, el chiste merecía la pena.

      Eliminar
  7. La anécdota que voy a exponer es completamente real, y se refiere a un curioso personaje de la ciudad de Elche (conocida también como Illice en latín y Elig en catalán medieval). Delgado y de poca estatura, calzaba zapatos de charol de alargada punta adornados con una gran hebilla plateada; pantalón de los que ahora llamamos de pitillo; camisa blanca, y cuando el tiempo lo exigía tapaba su exiguo cuerpo con una capa española, quizás lo que más le distinguía. A veces tocado con un sombrero de estilo cordobés, remataba su imagen con la compañía de un bastón. Era como si hubiera salido del siglo XIX.
    Mandó hacer unos tarjetones de presentación, con una tipografía barroca, en donde ponía su nombre “José de Illice” y debajo “Varón de Elig”. Cuentan que en una fiesta de la alta sociedad madrileña se dirigió al mayordomo, que a la entrada guardaba la casa de las visitas, y le entregó la tarjeta, leyó el mayordomo y dando los golpes correspondientes lo presentó en voz alta como “Barón de Elig”, y así entró en la fiesta. El mayordomo sabía leer, pero lo que no sabía era la diferencia entre “Varón” y “Barón”.

    Y es cierto, la estrategia es fundamental hasta en la ortografía.

    ResponderEliminar
  8. "Uno dice:
    - Yo no me acosté con mi mujer antes de casarnos , ¿y tu?
    Y el otro le contesta:
    - No sé, ¿cómo dices que se llama?"

    ResponderEliminar