martes, 6 de noviembre de 2012

Reforma ortográfica en Francia

Camille Monet leyendo. Renoir

Todos los que hemos estudiado francés sabemos lo endemoniadamente complicadas que pueden ser su ortografía y su gramática: tres acentos distintos, letras mudas, cedilla, una escritura que poco tiene que ver con la pronunciación... pero también sabemos cuán importante es la ortografía para los que amamos el lenguaje y cómo nos resistimos a los cambios.

El caso francés es muy interesante. En 1990 el Consejo Superior de la Lengua Francesa aprobó una reforma que desató discusiones apasionadas y mantuvo a Francia dividida en dos bloques: los que estaban a favor y los que estaban en contra. Le Figaro se aferró a las antiguas normas; mientras el diario Libération, de carácter progresista, se declaraba de acuerdo con el cambio, así como Le Monde. El sindicato de correctores de imprentas y editoriales también estaba en contra, mientras que el de maestros estaba a favor. Y así toda Francia, dividida en sus intelectuales, sus periodistas, sus profesionales, sus ciudadanos...

Las nuevas reglas cambiaban la escritura de unos 4.000 vocablos de los 50.000 que una persona culta puede escribir en francés a lo largo de su vida.  La lengua de Molière perdía con esas modificaciones el guion que une ciertas palabras y, sobre todo, el acento circunflejo, el sombrerito que constituye todo un marcador genético: donde él aparece, antes hubo generalmente una letra s: fenêtre, fenestra (ventana); île, isle (isla), huître, huistre (ostra)... Además, la reforma incluía ciertas supresiones del conjunto ph y de las letras dobles ss y pp en algunas palabras. Pecata minuta que diríamos viendo los toros desde la barrera.

Resulta curioso que ante una propuesta como esta, algunas personas desde una posición izquierdista defendían la simplificación de la lengua por entenderla un avance progresista que evitaría el fracaso escolar, mientras los comunistas franceses, con el diario L'Humanité a la cabeza, manifestaron que la aparente necesidad de modernizar la ortografía constituía solo "una manera de distraer la atención de los verdaderos problemas de la enseñanza".

La Academia francesa, ante las proporciones del debate que se desató en el país, adoptó, solo unos meses después, una salomónica decisión: se mantenía en sus tesis sobre la nueva ortografía y, al mismo tiempo, instaba al Gobierno a no aplicarla imperativamente, y a someterla "a la prueba del tiempo". Y hasta hoy.


6 comentarios:

  1. Me ha gustado mucho su artículo y le felicito. Y ya de paso quiero hacerle una pregunta. El acento circunflejo usted lo relaciona con palabras que han contenido una "s". En el caso del término "tempête", ¿se da también esta circunstancia?
    Muchas gracias y un saludo cordial.
    Juanjo Aguirre

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    1. Me alegro mucho de que le haya gustado la entrada, Juanjo, más abajo le responde un lector de este blog que es un especialista en esta materia.

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  2. Como profesor de francés para adultos que soy, te agradezco, Gemma, este artículo. La etimología está tan incrustada en la ortografía de la lengua francesa que, en mi humilde opinión, es prácticamente imposible llevar a cabo la reforma en su totalidad. Me considero progresista pero debo admitir que me costaría muchísimo más reaprender esa nueva ortografía que mantener lo que aprendí a lo largo de los años. Pero, como lo que importa son las nuevas generaciones, comprendo que a estas les venga mejor una reforma que les facilitaría la vida.
    En cuanto al acento circunflejo, hay que decir que su función principal es, como bien dice Gemma, la de recordar la existencia de una consonante arcaica que, por lo general, era una "S" y que, como también indica, suele haber perdurado en las lenguas romances del entorno francés como son el castellano, el catalán, el gallego, el portugués y el italiano. En ciertos casos muy limitados, este acento solo existe para distinguir la homografía de algunas palabras homófonas y, en otros, para alargar la pronunciación de la vocal que lo soporta.
    Un saludo,
    Víctor
    PD para Juanjo Aguirre: tempête = tempestad

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  3. Muchas gracias por tu aportación, Víctor. En lo que respecta al castellano a mi también me cuesta asumir algunos de los cambios que propone la RAE, este último de escribir "guion" sin acento me trae por la calle de la amargura, pero comprendo que el francés es un caso aparte.

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  4. Creo que el problema, tanto en castellano, como en francés es darle caracter de "error" a los usos tradicionales.

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    1. Abres un aspecto muy interesante de esta cuestión, Beba, un aspecto que no habíamos contemplado. En efecto, tiene que ser muy difícil para un hablante nativo considerar que lo que siempre ha escrito de una manera, si sigue haciéndolo así, va a ser considerado un error a partir de un determinado momento.
      Muchas gracias por tu aportación.

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