lunes, 26 de noviembre de 2012

Englaland, segunda parte

La habitación japonesa, de Mariano Fortuny

La segunda oportunidad que tuvo el románico en Inglaterra vino de la mano de los franceses. Guillermo II, duque de Normandía, concibió el ambicioso plan de conquistar Inglaterra y con ese propósito desembarcó en Hastings en 1066. La victoria normanda fue completa y Guillermo II de Normandía pasó a ser Guillermo I de Inglaterra y conocido como El Conquistador.

Esta conquista tuvo grandes repercusiones para la lengua en Inglaterra: la nueva corte y la nobleza solo hablaban latín y francés: "La invasión normanda fue como una bomba que destruye un dique y provoca una inundación. La corriente de palabras francesas que se introdujeron en el inglés a partir de 1066 ha seguido sin interrupción hasta nuestros días".*

Muchas palabras francesas se incorporaron al vocabulario jurídico: equity, judgement, felony, perjury, attorney, bailiff, bar, summons, proof, bail, fine, prison, arrest, accuse, pardon, trespass, arson, larceny, fraud, estate, tenant, heir, justice, etc.; al militar: army, navy, peace, enemy, arms, battle, dfense, soldier, vanquish, conquer, etc.; y otro tanto ocurrió con la terminología culinaria: dinner, supper, taste, fruit, salad, grape, biscuit, cream, toast, gravy, oyster, venison, veal, mutton, pork, beef...

Es curioso comprobar cuántos apellidos ingleses y nombres de profesiones provienen del francés. Veamos algunos ejemplos:

Butcher, de boucher, "carnicero".
Carpenter, de charpentier, "carpintero".
Mason, de maçon, "albañil", (esta denominación en castellano proviene del árabe).
Tailor, de tailleur, "sastre".
Bollinger, de boulanger, "panadero".
El patronímico Fitz, tan común en los apellidos ingleses, también es una importación del franco normando fils (hijo).

Esta segunda oportunidad que le fue concedida al romance en Inglaterra, por desgracia para nosotros, no prosperó. El inglés se caracteriza por una capacidad aparentemente ilimitada de absorber palabras del más diverso origen. Ni los gobiernos, ni las academias imponen ningún filtro a las palabras extranjeras, solo su uso determina si son adoptadas o no. Y quizás precisamente esta permeabilidad fue lo que llevó al inglés a integrar los préstamos que le llegaban sin cambiar su estructura.

En su estructura, el inglés es una lengua germánica, descendiente del anglosajón, en su léxico es una lengua riquísima en palabras de origen latino. En el Oxford English Dictionary aparecen unas 500.000 palabras de las que tres quintas partes provienen del francés, del latín y del griego, y tan solo una quinta parte del anglosajón escandinavo. Para hacernos una idea de la magnitud de las cifras, el Diccionario de la RAE tiene unas 100.000 palabras.

Así las cosas,  no debería ser tan difícil para nosotros aprender inglés, ¿verdad?


* Pei, Mario: The Story of English, Fawcet, Premier Book, Nueva York, 1965.




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