viernes, 7 de agosto de 2015

Pilotos alemanes en apuros

Sin título, de Josep Moncada

Cuando una ve la presencia mundial que ha conseguido el inglés tiende a pensar que ha tenido que ser obra de una política lingüística excepcional puesta en marcha por la potencia que es Estados Unidos, pero resulta que los anglohablantes (tanto ingleses como americanos) se han ocupado muy poco de la extensión mundial de su lengua.

Y es que generalmente las cosas no suceden por una sola causa sino por muchas, la mayoría de las cuales ocurren aleatoriamente. Lo curioso del caso es que el inglés ha ocupado un lugar que todos necesitábamos, ¿cómo entendernos cuando viajamos a Varsovia o cuando hacemos negocios con Turquía? Todos necesitábamos una lingua franca que actuara de comodín.

De los mil ejemplos posibles, tomemos el del tráfico aéreo. ¿A quién interesa más fomentar el uso exclusivo del inglés entre el avión y la torre de control, al piloto de American Airlines que aterriza en Londres o al de Lufthansa que aterriza en Atenas? Es obvio que al segundo, pues el primero ni se plantea la cuestión. De hecho, los pilotos de líneas comerciales alemanas se han negado en el pasado  a volar a Grecia porque los controladores aéreos griegos no les hablaban en un inglés comprensible, sino que introducían frases en griego y los alemanes no les entendían.

Por lo visto la falta de entendimiento entre alemanes y griegos viene de lejos.

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