jueves, 16 de julio de 2015

Predecir el futuro

Bacante, de Sorolla

Predecir el futuro es tan difícil como tentador. Hace veinticinco siglos los babilonios auguraban que su lengua dominaría el mundo y sin embargo, hoy el babilonio no lo habla nadie.

El futuro es una incógnita, y las predicciones, aun las más razonadas, a menudo resultan un completo fiasco. ¿Quién no pensaba que con la llegada de la televisión y del vídeo, el cine desaparecería?¿Quién hubiera predicho que el español iba a ocupar el lugar que ocupa actualmente? Nadie. Y, sin embargo, ahí estamos.

La explicación más conocida para ilustrar la extensión del español se basa en el argumento de que "la lengua fue siempre compañera del imperio" (Nebrija), pero me ha llamado la atención la opinión del prestigioso historiador Henry Kamen, un inglés especializado en Historia de España, poco sospechoso de favoritismos, que desmonta esa teoría argumentando que cuando España era un imperio, las lenguas apenas tenían importancia, las comunicaciones eran lentas, caras y malas y el sistema escolar estaba mal organizado.

Henry Kamen esboza así la realidad plurilingüe del Imperio: "Durante todo el período de los Austrias, el castellano tuvo un uso muy extendido, pero la pluralidad de lenguas en el interior de la Península fue un hecho necesariamente reconocido y aceptado (...) en Filipinas el chino tenía más hablantes que el español, en Sudamérica había más hablantes de quechua (y sus lenguas asociadas) que de español, y en Europa, las culturas dominantes de la monarquía española eran tanto la italiana y la francesa como la castellana".

Quizá tengamos que mirar la evolución del español con otros ojos.

Kamen, Henry: Imperio. La forja de España como potencia mundial

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