Seated woman, de Willem de Kooning |
Las personas generalmente no nos preguntamos por qué hay que aprender una lengua, eso se lo dejamos a los gobiernos, las personas humanas nos planteamos para qué, qué ofrece y qué beneficio obtendremos hablando un nuevo idioma. Por eso, cuando desde instancias gubernamentales se pretende promover una lengua, procuran que sea necesaria y toman medidas en esa dirección, por ejemplo, promoviendo leyes que hagan obligatorio su conocimiento para poder trabajar en la Administración.
¿Por qué ahora se forman largas colas ante los centros que enseñan alemán? ¿Nos ha entrado un repentino furor por aprender la lengua de Goethe? No, simple y llanamente queremos aprender alemán porque pensamos que esto nos abrirá el mercado de trabajo en Alemania.
¿Cuándo habríamos pensado que algunos de los jubilados holandeses o noruegos que disfrutan del sol en el sur de España podrían ejercer de profesores y enseñar su lengua a los más jóvenes de sus vecinos? Nunca se nos hubiera ocurrido, ¿pasar el tiempo libre aprendiendo noruego? quita, quita, con lo bien que se está en la playa. Pero ahora se da esta curiosa circunstancia por el más antiguo de los motivos: por necesidad. Porque en los países del norte de Europa hay el trabajo que falta en España y los jóvenes se ven obligados a emigrar. Y sin conocer la lengua uno ni puede trabajar ni se integra.
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