K, de Craig Wylie |
El infortunio de la hache comenzó en el siglo XVII cuando los habitantes de Burgos dejaron de pronunciar la h de hierro. En Toledo todavía se respetaba la huella genética de esta letra con una cierta aspiración de sonido que aún hoy se mantiene en algunas palabras del habla andaluza o mexicana, como por ejemplo en "estoy harto", (jarto) o "cante hondo", (jondo).
En 1739 se publicaron los seis volúmenes del primer diccionario académico español, llamado Diccionario de Autoridades y esto supuso la desaparición de las haches de philosophia, orthografía o patriarcha. Las palabras de este primer diccionario oficial quisieron ser herederas del latín, todavía un idioma de prestigio y de cultura pese a haberse celebrado ya sus honras fúnebres, y por eso las voces de aquel léxico conservaron letras que no se pronunciaban, como las haches iniciales y algunas intercaladas.
"Nuestra ortografía, como todas, resulta del enfrentamiento de tendencias difícilmente conciliables, y se ha fijado sin fidelidad absoluta ni a la fonética ni al latín", decía el gran Fernando Lázaro Carreter intentando explicar el aparente anarquismo de nuestra ortografía.
¿Por qué conservar una letra que no se pronuncia? Porque en las letras de una palabra a menudo sobreviven los genes de una idea. Gracias a ellas nuestra intuición de hablantes puede relacionar vocablos y conceptos entre sí, y precisamente observar cómo ha evolucionado nuestra lengua en su camino a través de los siglos.
¿Cómo saber si no que aferrar viene de hierro? Se acuñó aferrar (a+ferro) porque significaba "sujetar con hierros o anclas en el abordaje", es decir, con fuerza, de donde aferrar significa "agarrar o asir fuertemente".
Me ha gustado mucho el post, especialmente los dos últimos párrafos. Muy interesante y muy bien explicado.
ResponderEliminarJosean
Muchas gracias, Josean.
EliminarLa hache, esa letra traidora, que sólo por razones etimológicas permanece y que la diptongación del castellano la aumenta como huérfano pero orfanato; hueso pero osamenta; huevo pero oval. Sin llegar al extremo que preconizaba García Márquez si creo que algunas haches pueden caer, como en armonía, sin que la lengua se resienta. El italiano suprimió todas las haches de principio de palabra. En mi opinión en latín la hache no era muda sería una pronunciación parecida a la jota castellana, pero el latín que nos ha llegado es el eclesiástico y no se pronuncia igual que el latín clásico, sabemos que César se pronunciaba al inicio como k por la palabra alemana Káiser.
ResponderEliminarMuchas gracias por completar tan sabiamente el blog.
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