lunes, 16 de julio de 2012

De cómo inventamos las palabras que necesitamos

Un aspecto curioso del lenguaje es cómo una lengua, un pueblo, puede tener muchas palabras para algo que en otro se expresa con un solo término. Por ejemplo, los san (o bosquimanos) para algo que nosotros resolvemos con el verbo "llevar" tienen distintas palabras, distinguen entre llevar un niño en la cadera o a la espalda, llevar algo apretado contra el pecho, colgando de un palo sobre el hombro, apoyado en el hombro, colgado del hombro por una correa, con una correa cruzada por el cuerpo, con dos correas pasadas por los hombros, sobre la cabeza, llevar un contenedor de líquido o llevar un animal con la cola hacia arriba. Ya son raros, pensaremos, pero es que son un pueblo nómada que tiene que saber con exactitud cómo se transporta qué.

Sin embargo, es posible que ellos solo tengan una palabra para los zapatos mientras nosotros distinguimos entre alpargatas, chancletas, mocasines, sandalias, esclavas, escarpines, zapatillas, deportivas, botas, náuticos, botines, estiletos, oxford, bailarinas, peep toes, de cuña y hasta "letizios". ¿Qué pensaría un bosquimano de esta  colección de palabras? Que somos raros, raros, raros.

6 comentarios:

  1. Excelente observación, Gemma.
    En otro orden de cosas, los sentimientos y las emociones probablemente presentan aún mayores diferencias de una lengua a otra. En algunas lenguas, ciertas emociones y sentimientos quizá no están catalogados de forma sutil como lo están en otras y, a menudo, hay que echar mano de adverbios o de adjetivos para intentar identificarlos mejor. Sin embargo, esas emociones o esos sentimientos los vivimos todos exactamente de la misma forma, sean cuales sean nuestra cultura, nuestro idioma o nuestras tradiciones.
    Ah, otra cosa: me ha encantado la foto que has elegido para ilustrar este tema. No solo demuestra la capacidad de inventiva de los que no poseen nada, sino también su firme determinación por sobrevivir. Gracias por ambos aportes.

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    1. La foto es preciosa, a mi también me gusta mucho, cuánto con qué poco.
      En cuanto al abanico de emociones y sentimientos y sus diferentes términos según las lenguas es un tema muy interesante, una buena sugerencia para otro post, me lo apunto.
      Gracias, Víctor.

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  2. "...cómo una lengua, un pueblo, puede tener muchas palabras para algo que en otro se expresa con un solo término". Discrepo. No creo que sea cuestión del lenguaje sino de la pura práctica. Las familias que tienen un automóvil se refieren al "coche", porque como los zapatos de los bosquimanos, solo hay uno. Pero los que tienen varios, se tienen que referir forzosamente al "todoterreno", al "utilitario" o al "deportivo". Y miren lo que pasa con el pan: de pan a secas, a "baguette", "romanita", "chapata"... Pero eso ocurre dentro de un mismo idioma, no hace falta compararse con otros. Pida usted una romanita en un pueblo de Aragón y verá.

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  3. Igual no te he entendido muy bien, pero yo creo que no discrepamos. Uno necesita distintas palabras cuando se ensancha el abanico de opciones, cuando tenemos muchos tipos de pan, como de zapatos, tenemos que diferenciarlos dándoles un nombre distinto más allá del genérico "pan". Ciertamente es una cuestión práctica y sí, podía haber obviado la comparación con otro idioma, pero me gustó el ejemplo.

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