El primer correo electrónico fue enviado entre estos dos ordenadores |
Uno de los símbolos tipográficos más universales en la actualidad es, sin duda, la @, expresada como arroba en español. Fue rescatada, que no inventada, por el creador del correo electrónico, Ray Tomlison, en 1971. Al parecer era un símbolo de los teclados ingleses poco usado, por lo que su utilización no suponía confusión o litigio con ninguna otra área del conocimiento. El símbolo pasó de no ser usado apenas a estar por todas partes.
En castellano el término arroba es muy antiguo y procede de una raíz hebrea y árabe que significaba "cuarta parte". La arroba era una medida de peso que equivalía a 25 libras (11,5 kg) y a una cuarta parte de un quintal castellano (100 libras).
Actualmente el signo @ se ha popularizado también para expresar que una palabra incluye los dos géneros: compañer@s. Personalmente no me gusta nada porque ¿cómo pronuncian ustedes compañer@s? Compañeros y compañeras ¿verdad? Pues eso.
Sin embargo, no deja de ser curioso que se haya rescatado un término ancestral para una innovación tecnológica.
Creo que nuestra mente es capaz de descodificar de forma instantánea los signos que nos encontramos en un escrito, siempre que los conozcamos. Es una mezcla de economía del lenguaje y la necesidad de incluir siempre los dos géneros. Como ejemplo, las siglas, que nos ayudan a simplificar una expresión mas compleja. Sólo a Urdaci se le pudo ocurrir leer C.C.O.O. y no Comisiones Obreras. No se si me explico Gemma.
ResponderEliminarTe explicas perfectamente, Manu, y tienes razón. No sabía la anécdota de Urdaci, tiene su gracia...
EliminarCreo que la cuestión es que a mi no me gusta la @ para el tema de los dos géneros, como no me gusta andar repitiendo "compañeros y compañeras", "vascos y vascas", si empezamos a hablar así no acabamos nunca.
Con respecto a la @, es curioso que en inglés se diga "at", pues funciona realmente como una preposición de lugar; por ejemplo, en una dirección de correo electrónico fulanitoENservidor.
ResponderEliminarTe entiendo perfectamente: está claro que el lenguaje puede ser desafortunadamente sexista, pero si lo llevamos a un extremo, el principio de economía del lenguaje ( y de sentido común) tiende a desaparecer.
Un saludo.