Girl in a Japanese Costume, de William Merritt Chase |
Me paré en el semáforo y, distraída, miré a las personas que esperaban para cruzar. Un hombre mayor empujaba una silla de ruedas en la que estaba sentada una mujer joven que bien podía ser su hija. Los dos tenían un aire cansado, el aspecto desaliñado y parecían distraídos, como yo misma. Seguí mirándoles sin ver, perdida en mis pensamientos hasta que el padre, como en un gesto maquinal, acarició la cara de esa hija que no podía andar.
Fue un gesto lleno de ternura y afecto que sin embargo debía de ser habitual porque la hija no se inmutó. Al cabo de un momento el padre retiró la mano de la mejilla y la dejó en el hombro, reposando, a la espera de algo tan cotidiano como que un semáforo se pusiera verde. Y entonces la chica buscó esa mano del padre que descansaba en su hombro y se la llevó a la cara allí donde el padre la había puesto antes. Sujetaba la mano del hombre contra su mejilla ladeando un poco la cabeza, acomodando la curva de su cara al cuenco de la mano. El padre sonrió con los ojos, como para sí mismo y fue todo algo habitual y cotidiano entre ellos, mientras yo me conmovía por un gesto tan sencillo y tan extraordinario a la vez.
Cómo podía yo imaginar que allí, en un semáforo cualquiera, me iba a tropezar con la ternura, el cariño y la delicadeza en estado puro.
Es muy pertinente que en un blog sobre lenguaje se haga sitio también al lenguaje no verbal. Es, además, un comentario precioso.
ResponderEliminarJosean
Gracias, Josean.
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