Bañista, de Clara Gangutia |
"Sorprendentemente, la prensa socialbabélica, que estos días rosarinos llega húmeda a casa, traía ayer las quejas de su Defensora. No se pueden soportar: nos dejan las palabras. Los americanos del Norte, en este caso, con sus torvos anglicismos cayéndoles del misil y el dólar. Dice la Defensora, de acuerdo con su Libro de Estilo, que "no deben usarse palabras de otras lenguas mientras existan sinónimos en castellano". Esta extraordinaria sentencia. Ahí está toda la confusión sociolingüística. Los anglicismos se utilizan no porque no existan palabras en castellano: las palabras existen de inmediato, automáticamente. Gracias, entre otras razones, a que el pensamiento no es lenguaje y la traducción puede darse. Los anglicismos se utilizan, entre otras muchas razones, para que el hablante evite la sensación de apropiación indebida que le produce la traducción de una realidad que han producido otros. Y, derivado de ello, para mantener una saludable distancia con un concepto que puede ser efímero y que, de momento, no vale la pena manipular. Y por muchas otras razones, claro: por placer, por economía, por prestigio y por querer ser americanos, también, solo faltaría, que es una de las cosas importantes que se puede ser en este mundo".
Arcadi Espada, Blog. 22 Noviembre 2004.
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