Viva La Vacación, de Delia Brown |
"Y ya que de tratamientos hablamos, no estará de más conocer la fuente del don. El título español pasó a América y la sociedad puso el resto. Los españoles en el Nuevo Mundo crearon una sociedad rural (que no quiere decir vulgar), y el apetecido don se ganó por ser encomendero o, al revés, se hizo fortuna, olvidando la formulilla imperante. Las cosas llegaron a tal extremo que en América, por el siglo XVII, se podía comprar el don por doscientos reales, si era para una persona; por cuatrocientos si era para dos vidas; por seiscientos, si era para perpetuidad. Allí, por "las gracias al sacar", uno podía comprar el color de piel, llamarse blanco aunque la noche hubiera acampado en su rostro. Y vinieron las legítimas ansias de igualación, y se pensó que todas las prevenciones desaparecían con un poco de papel mojado y que la dureza de los corazones se ablandaría con las palabras del legislador. Así, el 23 de julio de 1823 la Asamblea Nacional Constituyente de la República Federal de Centroamérica determinó que "los tratamientos y títulos de distinción son ajenos a un sistema de igualdad legal", y se abolió la distinción del don. No sabían los legisladores la que iban a armar: Se buscaron otros tratamientos y el licenciado, el doctor, el ingeniero nos abruman en una distendida conversación; en otras partes, los negros, al libertarse, utilizaron el tratamiento, y los demás lo repudiaron, en otros sitios la formulilla se relegó a los indios de edad. O se usó con los apellidos, o se utilizó exenta."
Alvar, Manuel: Español en dos mundos
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