Boy on the Shore, de Pekka Halonen |
Marcos está en ese momento mágico al que llamamos "lengua de trapo". No solo dice palabras sueltas que a menudo son sonidos repetidos, sino que también enuncia frases larguísimas que no somos capaces de entender. Se me ocurre que en su cabeza estará repitiendo algo que ha oído y que se parece al original, más o menos como se parece el inglés de esta que suscribe al de un estudiante de Eton. Es más que probable que ese estudiante me mirara perplejo sin saber qué estaría yo intentando decir, como nosotros miramos a Marcos cuando suelta una perorata de la cual solo hemos entendido la entonación. Y aún con la entonación sabemos si expresa alegría, admiración, sorpresa, enfado o miedo.
Él intenta reproducir los sonidos que escucha en un proceso que es un milagro de socialización y comunicación. Un milagro repetido miles de veces cada minuto en el mundo, pero del que no somos conscientes hasta que no tenemos cerca un niño que hoy balbucea, mañana habla y antes de que nos demos cuenta, estará lanzando preguntas a todo el que tenga la dicha de tenerle cerca.
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