jueves, 18 de septiembre de 2014

Los traductores

La Siesta, de John Singer Sargent

¿Alguna vez han pensado ustedes cuántos momentos de disfrute debemos a los traductores? Yo confieso que no, aunque también les digo que después de tener un hijo traductor ha cambiado mucho mi perspectiva de este oficio.

Había leído acerca de sus reivindicaciones, esa petición tan justa de que su nombre figure junto al del autor del libro que traducen y recuerdo cuánto se elogiaba a José M. Valverde, el traductor del imposible James Joyce, por su excelente trabajo. Pero pensar que detrás de cada novela, película, ensayo o noticia que se produce en un idioma diferente al nuestro, hay un traductor, eso, así, no lo había pensado nunca.

Según Coseriu no se traducen las lenguas, se traducen textos. Juan Luis Vives, por su parte, en el Debatione Dicendi distingue tres modos de traducir: un modo en el que solo se considera el sentido del contenido objetivo, otro en el que se considera como criterio básico "la forma" de decirlo, y un modo de traducir donde hay que considerar tanto la forma como el sentido, que seria la manera de traducir los textos literarios.

Esto supone que no se traduce el significado, sino el contenido, o sea, que no se traduce lo que se dice, sino lo que se quiere decir. Ahí es nada.


2 comentarios:

  1. Son importantísimos, convierten un libro en infumable si lo hacen mal o en fantástico si lo hacen bien.

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    1. La mejor señal de que lo hacen bien es que prácticamente una se olvida de que por esas líneas ha pasado un traductor. Cuando el texto te rechina... malo.

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