The Red Kimono, de George Hendrik Breitner |
¿Se imaginan ustedes una reunión de la Comunidad Europea? ¿Cómo conseguir que se entiendan personas que hablan 24 idiomas distintos? Bueno, pues al parecer el régimen lingüístico que se aplica a las reuniones de las instituciones europeas varía en función del tipo de reunión y de los recursos disponibles -salas, cabinas, intérpretes- en el momento de que se trate.
Una reunión con un régimen lingüístico 24-24 es una reunión en la que hay 24 lenguas activas y 24 lenguas pasivas, en la Unión Europea eso significa que se interpreta de todas las lenguas oficiales a todas las lenguas oficiales. Ese tipo de régimen lingüístico se llama completo.
Por el contrario, cuando no se interpreta a todas las lenguas oficiales, se habla de un régimen reducido o asimétrico. Sería el caso de una reunión en la que los asistentes pueden hablar en las 24 lenguas oficiales, pero solo se interpreta, pongamos por caso, al francés, inglés y alemán. En este caso, todos los asistentes pueden hablar en su lengua materna pero solo pueden escuchar la interpretación en los idiomas citados. Esto es posible porque, con frecuencia, los asistentes entienden una o varias de esas lenguas pero no tienen los conocimientos o la experiencia lingüística suficiente como para expresarse fluidamente en ellas. Además, recurrir a este tipo de régimen es una forma de adecuarse a la escasez de intérpretes. Pensemos que para interpretar en ambos sentidos entre las lenguas oficiales actuales, es necesario un equipo de 72 intérpretes o más, pero si las lenguas activas se limitan a tres, basta con una docena de ellos. Así, para que la interpretación asimétrica tenga lugar sin una merma de las capacidades negociadoras de ninguno de sus asistentes, es preciso que todos ellos entiendan por lo menos uno de los idiomas activos. Lo que decíamos en un post anterior, viva el multilingüismo.
Por el contrario, cuando no se interpreta a todas las lenguas oficiales, se habla de un régimen reducido o asimétrico. Sería el caso de una reunión en la que los asistentes pueden hablar en las 24 lenguas oficiales, pero solo se interpreta, pongamos por caso, al francés, inglés y alemán. En este caso, todos los asistentes pueden hablar en su lengua materna pero solo pueden escuchar la interpretación en los idiomas citados. Esto es posible porque, con frecuencia, los asistentes entienden una o varias de esas lenguas pero no tienen los conocimientos o la experiencia lingüística suficiente como para expresarse fluidamente en ellas. Además, recurrir a este tipo de régimen es una forma de adecuarse a la escasez de intérpretes. Pensemos que para interpretar en ambos sentidos entre las lenguas oficiales actuales, es necesario un equipo de 72 intérpretes o más, pero si las lenguas activas se limitan a tres, basta con una docena de ellos. Así, para que la interpretación asimétrica tenga lugar sin una merma de las capacidades negociadoras de ninguno de sus asistentes, es preciso que todos ellos entiendan por lo menos uno de los idiomas activos. Lo que decíamos en un post anterior, viva el multilingüismo.
Pues si, deberíamos de hablar obligatoriamente dos ó tres, incluido el chino. Lo malo es que a algunos aprender chino nos llega un poco tarde.
ResponderEliminarEuropa está muy verde. Tiene carencias fundamentales como un Departamento de Defensa -lo que lo convierte en una ONG internacional- y excesos clamorosos, como los que suponen que sus Estados-miembros sigan siendo nacionalistas y se muestren remisos a trasladar sus competencias a Europa. Lo de los 24 idiomas será probablemente una riqueza, no lo discuto, y también una bendición para la burocracia... pero seguro que es una locura. Se debería establecer un idioma común: el inglés (que ya lo es) y dar un plazo prudente para que se convierta en el segundo idioma de todos los Estados-miembros. Pero caminamos en sentido inverso: mañana sabremos lo que pasa en Escocia y pasado sabremos si se animan a emularles los catalanes, vascos, corsos, galeses, etc. Con las derechas nacionalistas entusiasmadas y con las izquierdas acuñando un nuevo lema: "Proletarios del mundo, ¡desuníos!". Si Marx levantara la cabeza...
ResponderEliminarJosean
El inglés se ha convertido en la 'lengua franca' de Europa, eso está claro, no me parece mal perseguir un bilingüismo que suponga que cada europeo hable su lengua más el inglés. En algunos territorios bilingües, este ciudadano pasaría a ser trilingüe al aprender inglés, lo que, dado que el saber no ocupa lugar, no estorbaría a nadie.
EliminarA estas horas los sondeos indican que los escoceses van a permanecer en el Reino Unido, pero sí, parece que el sueño de Marx no tendría muchos visos de convertirse en realidad en este siglo XXI. ¿Quizás también porque ya ninguno queremos ser proletarios?