jueves, 9 de enero de 2014

Un poco de historia

Adam Beeby, the Artist, de Euan Uglow

Las primeras reflexiones que los lingüistas se hicieron sobre el lenguaje pusieron de manifiesto la relación de éste con el pensamiento, hasta el punto de que el lenguaje fue definido como la expresión de nuestra mente.

El ser humano, animal racional al fin, inventó el lenguaje para expresar sus ideas mediante sonidos que se combinan formando palabras, las cuales a su vez constituyen oraciones. Este proceso externo se correspondía con otro interno, el de la transformación de las ideas en conceptos. Pienso con palabras, luego las palabras encierran mi pensamiento. 

Los enciclopedistas franceses (1755 más o menos) definían la lengua como "el conjunto de usos propios de una nación para expresar los pensamientos por medio de la voz", con lo que se pasaba del concepto genérico del lenguaje al concepto particular de una lengua nacional determinada.

El gran Saussure (1916) puso el acento en una palabra, sistema, que pasaría a ser un concepto clave en los estudios lingüísticos de nuestra época: una lengua es un sistema de signos distintivos, un conjunto estructurado que depende de las relaciones de los elementos que lo forman, y en el que una serie de sonidos se combinan con una serie de ideas. Esta definición marcó un antes y un después en la lingüística.

En 1921, Sapir ofreció un nuevo enfoque: introdujo el término comunicación al considerar el lenguaje un medio de comunicación que utiliza un sistema de símbolos. En lugar de fijar su atención en la teoría del conocimiento y en la lógica, los lingüistas lo harán ahora en el funcionamiento del proceso de comunicación, sus tipos, elementos y funciones.

A partir de Saussure y Sapir el lenguaje se puede definir como un sistema cuyo objetivo esencial es la comunicación, es decir, la transmisión de un mensaje. Reparen ustedes en que decimos objetivo esencial, que no único.

Otro día hablaremos de la revolución que supuso Chomsky.


No hay comentarios:

Publicar un comentario