Selfportrait, de Ernst Ludwig Kirchner |
Querida Carlota:
Como el que no llora, no mama y el que no se arriesga, no pasa la mar, me dirijo a usted para expresarle mi amor. No le he escrito antes porque aunque es sabido que al que madruga, Dios le ayuda, también es cierto que no por mucho madrugar, amanece más temprano. Bien sé que en boca cerrada no entran moscas y que no se ha hecho la miel para la boca del asno, pero me atrevo a esperar alguna contestación de su parte, pues aunque dicen que el buey solo, bien se lame, yo prefiero pensar que cuando dos se quieren, con uno que coma basta. Si su contestación es afirmativa me alegraré mucho porque al que a buen árbol se arrima, buena sombra le cobija y dime con quién andas y te diré quién eres.
Comprendo que no me dirá que sí de pronto porque Zamora no se ganó en una hora, pero sepa usted que si me encuentra feo, el hombre y el oso, cuanto más feo más hermoso, y si me encuentra delgado, más vale poco y bueno, que mucho y malo.
A su mama no le dirá nada, porque loca es la oveja que con el lobo se confiesa, a su hermano puede decirle algo, porque un lobo a otro no se muerden y cada oveja con su pareja, pero que no se enteren mis amigos porque secretos entre amigos son del viento, y de amigo discreto no queda ni amigo ni secreto.
Si me diera usted calabazas podría presentarme quizás a alguna de sus amigas, porque ya sabe usted que a falta de pan, buenas son tortas y así nunca será tarde si la dicha es buena, que más vale llegar a tiempo que rondar un año y hombre prevenido vale por dos.
Querida mía, no demore usted la respuesta pues el que espera, desespera, aunque si pasan demasiadas horas sabré de su negativa: a buen entendedor pocas palabras bastan y entonces lloraré rápido mi pena, pues amar es tiempo perdido, si no se es correspondido.
Este que lo es.
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