América, de Bo Bartlett |
"EL PROFESOR.- Para aprender a pronunciar se necesitan años y años. Gracias a la ciencia podemos llegar a ello en algunos minutos. Por tanto, para hacer salir las palabras, los sonidos y todo lo que queráis, sabed que es preciso expulsar sin piedad el aire de los pulmones; después hacerlo pasar delicadamente, rozándolas, sobre las cuerdas vocales, que de repente, como arpas o follajes bajo el viento, se estremecen, se agitan, vibran, vibran o pronuncian guturalmente la letra r, o silban o se arrugan, o pitan, pitan, poniendo todo en movimiento: campanilla, lengua, paladar, dientes...
EL ALUMNO- Me duelen los dientes.
EL PROFESOR.- ... labios... Finalmente, las palabras salen por la nariz, la boca, los oídos, los poros, arrastrando con ellas a todos los órganos que hemos nombrado, arrancados de cuajo, en un vuelo poderoso, majestuoso, que no es otro que lo que se llama, impropiamente, la voz, modulándose en canto o transformándose en una terrible tempestad sinfónica con todo su cortejo..., ramos de flores de las más variadas artimañas sonoras: labiales, dentales, oclusivas, palatales y otras, unas veces acariciantes, otras veces amargas o violentas."
Ionesco, Eugene: La Lección
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