Sin título, de Rossina Bossio |
Cuando a uno le gusta mucho el lenguaje se fija en todo lo que tenga que ver con él, las más de las veces disfruta, las menos se desespera pero siempre frente a una expresión distinta se para a pensar ¿está esto bien dicho, está bien escrito?
Y aquí caben dos posibilidades: o bien se aferra uno al diccionario de la RAE y si está en sus páginas está bien dicho y si no está es incorrecto, o bien piensa que la lengua es un elemento vivo que no le pertenece a la RAE, ni al filólogo ni al académico.
En mi opinión, tan absurdo es mantener una posición purista, conservadora e inalterable, como pensar que se puede decir cualquier cosa. Como en tantos ámbitos de la vida, lo ideal es buscar el equilibrio, tener cintura y criterio para comprender, por poner un ejemplo, que hay que dar paso a "tuitear" pero que el dequeísmo es feo, pero feo, feo.
Porque aunque cada hablante lleva un filólogo en su interior, la lengua no es propiedad exclusiva de ninguna institución ni gobierno, la grandeza de la lengua es que es de todos y de nadie a la vez.
Porque aunque cada hablante lleva un filólogo en su interior, la lengua no es propiedad exclusiva de ninguna institución ni gobierno, la grandeza de la lengua es que es de todos y de nadie a la vez.
Yo creo de que tiene razón (una vez más). Ya en serio, el dequeismo nos ha marcado de tal forma que cada vez que leemos "de que" nos suena mal. Por ejemplo, cuando "Renfe informa de que...", o cuando "Dragui advierte de que..." a mí me suena fatal y sin embargo son expresiones correctas.
ResponderEliminarJosean
Cierto, Josean, tienes toda la razón, ahora corremos el riesgo de caer en el error contrario, es decir, en la ultracorrección.
EliminarUn saludo.