viernes, 4 de julio de 2014

Carbunclo, placenta, sargazos

Chris, Sarah, Felicity, de Fairfield Porter

Yo cuando veo un articulo titulado "Palabras" me lanzo a leerlo entusiasmada. En el que cito, Juan Manuel de Prada cuenta cuánto le han gustado las palabras desde siempre, recuerda que cuando era un niño se perdía horas de jugar al fútbol o de requebrar muchachas por pasarse el tiempo consultando el Diccionario Etimológico de Joan Corominas "hasta que esa milagrosa irisación de siglos que cada palabra lleva dentro de sí se fundió con mi sangre". 

Esa frase apocalíptica me dejó helada porque, la verdad, desmerece ser escrita por alguien que se ha pasado tanto tiempo estudiando la materia de la que están hechas las palabras. Continué leyendo el artículo por si eso solo fuera un momento tonto, un traspié que se ha quedado ahí fruto de las prisas con las que todos dicen que hay que entregar los artículos.

Pero el relato de su amor por el lenguaje sigue así: "Aprendí que las palabras se rechazan y opacan entre sí cuando están mal colocadas; y que, al contrario, refulgen con un brillo inédito, como repentinos carbunclos, cuando ocupan el lugar adecuado; o, dicho más exactamente, el lugar imprevisto que les permite desplegar su cola de pavo real, su fosforescencia oculta, su música callada, el mar de sargazos y corales que esconden en las grutas de su etimología".

Y, bueno, admito que para gustos están los colores y que otro tanto ha de suceder con las palabras, pero ¿placenta?, ¿carbunclo?, ¿sargazos?... ¿A ustedes les parecen bonitas esas palabras puestos a escoger? ¿Y eso de música callada?

En fin, voy a dejar los comentarios a un lado, solo les diré que el artículo termina recriminando a la gente que quiere aprender muchos idiomas, "en lugar de quedarse a vivir en el suyo, como en una placenta gozosa". Me abro las venas.

5 comentarios:

  1. Mire por dónde, la gastronomía nos da una pista sobre el mar de los Sargazos. Es el lugar de donde parten las angulas hacia los ríos europeos, donde crecen y se convierten en anguilas para emprender el regreso a los Sargazos, donde perecerán tras poner los huevos de donde nacerán las futuras angulas. No es que sea una palabra especialmente bella pero mucho más, sin duda, que carbunclo y placenta, cuya sola pronunciación a mí me quita el apetito. Por lo demás, no ha usted mucho caso a ese artículo: ya sabe que a veces el diablo se viste de Prada.
    Josean

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  2. Suscribo referencia al diablo del comentario anónimo anterior. Mucho snobismo entre los intelectuales. Sin comentarios.

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  3. aclaro, entre algunos intelectuales que se empeñan en alejar las palabras del humilde pueblo llano.

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  4. Bueno, ya que preguntas, contesto que, sin ser filólogo pero sí aficionado a leer, la que parece que suena peor en voz alta es "carbunclo". Supongo que se puede decir lo mismo con menos de la mitad de esas palabras, que es lo que hacen los escritores a los que admiro más.
    Al margen de eso, en tu blog se suele tratar muy bien a las palabras, por eso lo leo.

    Un saludo

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    1. Muchas gracias por lo que me toca, José Luis. Espero que el blog te siga interesando, el mundo del lenguaje es apasionante y da para mucho. Un saludo.

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