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Melanie and me swimming, de Michael Andrews |
El Instituto Cervantes convoca cada año una votación para elegir la palabra más hermosa del español. A mí se me ha ocurrido presentarles algunas que me parecen bastante feas, bien por su significado, por su sonido o por las dos cosas a la vez.
Bazofia. 'Mezcla de heces, sobras o desechos de comida'. Se dice también de todo lo que sea malo, o tenga cualidades pésimas, o sea despreciable por alguna razón. Antiguamente se llamaban bazofia a los restos de las comidas o cualquier parte dañada de los alimentos.
Boñiga. 'Excremento de vaca'. En libros de medicina antiguos se recoge que las boñigas son muy útiles en medicina, especialmente las de primavera con las que se pueden elaborar emplastos, aunque, dato a tener en cuenta, si se pretende que no apesten, primero la boñiga debe ser destilada. Cómo se hace esto y sobre todo cómo conseguir que no apeste no les puedo explicar porque no se me ocurre el procedimiento, aunque la verdad, de no ser a un ermitaño o semejante no se me ocurre quién podría necesitar un emplasto de boñiga o quién estaría dispuesto a curarse cualquier cosa con esto.
Las boñigas también pueden ser utilizadas como combustible y por supuesto como estiércol, un abono que ayuda a crecer los pastos donde pastarán las vacas que dejarán allí sus boñigas y así por los siglos de los siglos, amén.
Bujarrón. 'Homosexual'. Es palabra que se tiene por asturiana aunque su procedencia es un tanto misteriosa. Hay quien la relaciona con la idea católica de que los búlgaros eran herejes. La palabra
búlgaro se convirtió así en un insulto y de una de sus variantes se llegó a
bujarrón (a través de
bulgarón), y como el insulto mayor que podía hacerse a un hombre era llamarle sodomita, este significado y el de
bujarrón pasaron a confundirse.
Cabestro. 'Buey manso que suele llevar cencerro y sirve de guía en las toradas'. Referido a personas se utiliza como un insulto.
El cabestro era propiamente la soga con la que se ataba a la bestia, en especial a los bueyes, con ella se les hacía un nudo por los cuernos o por el morro y como esta cuerda partía de la cabeza, de ahí la palabra, en latín
capistrum.
Furúnculo. Grano purulento, divieso. Del latín
furunculus, 'bulto que forma la yema de la vid' y antes 'tallo secundario de la vid que roba la savia a los tallos principales'.