Joven con espejo, de Berthe Morisot |
Hay quien piensa que las telenovelas sudamericanas, con la audiencia masiva que tienen, están colaborando al deterioro y degeneración del idioma, pero según mi propia experiencia, más bien son un elemento que empuja a ciudadanos de otras lenguas a aprender castellano. El verano pasado tropecé en Montenegro con una chica que entendía castellano a fuerza de ver telenovelas, no se atrevía a hablarlo pero fuimos capaces de entendernos hablando yo en español y ella en inglés, aunque también es verdad que le poníamos ganas.
De hecho, el negocio que supone la exportación de una telenovela ha hecho que los productores hayan buscado el asesoramiento de lingüistas para determinar qué giros lingüísticos serían comprendidos tanto en Hispanoamérica como en España y cuáles no, qué vocabulario conviene más utilizar, qué expresiones pueden considerarse universales.
Decía Ernesto Sábato que había que preservar la unidad de la diversidad del español, aunque seguro que él no pensaba en el formato telenovela como un medio para conseguirlo. Cosas raras que pasan.
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