The Park, de William Merritt Chase |
"Es un hombre muy expresivo, que tiene el don de la lengua. Cuando uno lleva media hora hablando con él, se lamenta de no tener a mano la libreta o una grabadora para quedarse con todas las expresiones que empedran su conversación y que, aunque sean a veces un poco pomposas, en él suenan con la naturalidad del Covarrubias, como cuando ayer, refiriéndose a los árboles que habíamos plantado este invierno, dijo que todos estaban presos, es decir, prendidos; "quedaron presos la mitad", fue lo que dijo.
Le gusta hablar de la historia de las fincas. Tiene un don prodigioso para hilarla y, claro, una memoria sin confines, y el gusto de contarla. Como se ve, los artistas no lo son nunca de una sola cosa, sino de varias al mismo tiempo. Y aunque no conozca a los dueños sino someramente, habla de ellos como si los conociera, de sus parentelas, de sus testamentos, de los avatares de esas familias... Tan embelesado iba a la vuelta con sus relatos, que nos pasamos el desvío hacia nuestra sierra, y hubo que dar la vuelta cuando se pudo."
Andrés Trapiello: La cosa en sí.
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