viernes, 3 de octubre de 2014

La importancia de llamarse Ernesto

Self-portrait, de Marjorie Brooks

Creo firmemente que el nombre que se le pone a las cosas es muy importante, casi fundamental. Me refiero en este momento, no al nombre que nos ponen a cada uno, aunque para el Ernesto de Oscar Wilde era vital, sino al nombre con el que denominamos un movimiento social.

Viene esto a cuento de "La revolución de los paraguas", que me parece un nombre precioso, y que se refiere a los paraguas con los que los manifestantes de Hong Kong empezaron a defenderse de los gases que lanzaba la policía. El nombre me recuerda a aquel magnífico también "La revolución de los claveles" que une (como en el caso de los paraguas, también) dos significados tan dispares en una sola frase: "revolución", un término con tintes de disturbios, de lucha, de incertidumbre y "claveles" o "paraguas" que se refiere a dos objetos cotidianos totalmente inofensivos.

2 comentarios:

  1. En el caso de la Revolución de los Claveles portuguesa, al nombre tan acertado hay que unir la imagen con que se extendió: un clavel en el cañón del fusil que portaban los soldados. Un oxímoron visual que desactivaba la violencia de los militares y mostraba su afán pacífico.
    Josean

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  2. Sin duda ambos nombres son preciosos. Manifiestan indefensión frente a ejércitos, gases lacrimógenos, fusiles,...

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